No es verdad cuando se dice que México se ubica en los últimos lugares, sino que es el último en América Latina, en lo que a recaudación fiscal se refiere. Mientras que otros países de América Latina incrementan su porcentaje de recaudación tributaria con respecto al Producto Interno Bruto (PIB), México retrocede.
En "shock financiero", se ha declarado el Gobierno de México en el 2009, abrumado por la constante caída de los precios internacionales del petróleo. A ese inconveniente se le tiene que sumar que en el 2009 se ha registrado una de las recaudaciones de impuesto más bajas de las últimas décadas. México se situó en la última posición de una lista de 17 naciones de la región con un 9.0% de ingresos por impuestos respecto al PIB, según el informe tributario y de gestión del tercer trimestre de 2009 del Servicio de Administración Tributaria de México (SAT).
Además, México siguió ocupando en 2008 el último lugar en captación tributaria como proporción del PIB de los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). El año pasado la mayoría de los países de la OCDE vieron caer su captación fiscal por la crisis financiera global, y se prevé que en 2009 ésta decrecerá aún más para México.
La reducida capacidad del sistema tributario mexicano para generar una base estable y suficiente de ingresos públicos, limita la capacidad de los diferentes órdenes de gobierno para invertir en áreas de alta rentabilidad social, tales como educación, salud, infraestructura física y combate a la pobreza, especialmente en la actual era global y tecnológica.
Aunque teóricamente se han establecido las características que debe reunir un buen sistema tributario, su estructura en México está alejada de los principios de equidad, neutralidad, justicia, eficiencia, mínimos costos administrativos y facilidad para ejecutar la política fiscal. La violación de estos principios básicos de la tributación ha llevado a dicho sistema a problemas estructurales casi endémicos que se han reflejado en incrementos sustantivos de la cultura de la evasión fiscal.
Sin una cuantificación clara, la evasión fiscal se ha convertido en un fenómeno incontrolable para la Secretaría de Hacienda de México, que junto con las deducciones, exenciones y tratamientos especiales profundizan la crisis tributaria en la que se encuentran sumergidas las finanzas públicas, ante la necesidad de incrementar el gasto en infraestructura y desarrollo social.
A decir verdad, las tristes cifras que registra México, no tienen nada de anormal en un país donde, de acuerdo al Servicio de Administración Tributaria (SAT), sólo tributan 18 de los más de 43 millones de personas que componen la población económicamente activa. Un análisis rápido diría que gran parte de la responsabilidad la tiene el comercio ambulante, lo que no deja de ser cierto. Sin embargo, un estudio del Tecnológico de Monterrey señaló que en México la evasión de las grandes empresas supera de manera significativa a la del comercio informal. Así, se estima que en un solo año las grandes empresas evaden el pago de alrededor de 60 mil millones de pesos mexicanos, mientras que en el mismo período la actividad de los ambulantes significa una merma aproximada en las arcas fiscales de aproximadamente 5 mil 500 millones de pesos mx.
Otro de los problemas importantes, es la baja capacidad para generar ingresos tributarios que por décadas han sido compensados con los ingresos petroleros que representan un tercio del total de los ingresos fiscales.
Asimismo existen problemas administrativos que inciden directamente en la baja recaudación tributaria en México. Así, la elevada cantidad de trámites que se deben cubrir, la dificultad para llenar las formas fiscales y el tiempo que se emplea son factores que desalientan a los contribuyentes a pagar sus impuestos. Por otra parte, la provisión de bienes y servicios públicos de cuestionada calidad asociada con la alta corrupción y falta de transparencia en el manejo de los recursos públicos también inciden negativamente en la recaudación fiscal.
Se han creado decenas de “reformas tributarias”, para que al final de cuentas el nivel y estructura impositiva de México no registre cambios sustanciales en 30 años.
Recientemente, líderes de varios partidos en el Congreso Mexicano, se han pronunciado por realizar una convención nacional hacendaria que repare los "problemas" fiscales que enfrentan, como las diversas exenciones que gozan algunos sectores de la economía o los hoyos que tienen las leyes fiscales que alientan la elusión.
Por Juan Carlos Moscoso G.
En "shock financiero", se ha declarado el Gobierno de México en el 2009, abrumado por la constante caída de los precios internacionales del petróleo. A ese inconveniente se le tiene que sumar que en el 2009 se ha registrado una de las recaudaciones de impuesto más bajas de las últimas décadas. México se situó en la última posición de una lista de 17 naciones de la región con un 9.0% de ingresos por impuestos respecto al PIB, según el informe tributario y de gestión del tercer trimestre de 2009 del Servicio de Administración Tributaria de México (SAT).
Además, México siguió ocupando en 2008 el último lugar en captación tributaria como proporción del PIB de los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). El año pasado la mayoría de los países de la OCDE vieron caer su captación fiscal por la crisis financiera global, y se prevé que en 2009 ésta decrecerá aún más para México.
La reducida capacidad del sistema tributario mexicano para generar una base estable y suficiente de ingresos públicos, limita la capacidad de los diferentes órdenes de gobierno para invertir en áreas de alta rentabilidad social, tales como educación, salud, infraestructura física y combate a la pobreza, especialmente en la actual era global y tecnológica.
Aunque teóricamente se han establecido las características que debe reunir un buen sistema tributario, su estructura en México está alejada de los principios de equidad, neutralidad, justicia, eficiencia, mínimos costos administrativos y facilidad para ejecutar la política fiscal. La violación de estos principios básicos de la tributación ha llevado a dicho sistema a problemas estructurales casi endémicos que se han reflejado en incrementos sustantivos de la cultura de la evasión fiscal.
Sin una cuantificación clara, la evasión fiscal se ha convertido en un fenómeno incontrolable para la Secretaría de Hacienda de México, que junto con las deducciones, exenciones y tratamientos especiales profundizan la crisis tributaria en la que se encuentran sumergidas las finanzas públicas, ante la necesidad de incrementar el gasto en infraestructura y desarrollo social.
A decir verdad, las tristes cifras que registra México, no tienen nada de anormal en un país donde, de acuerdo al Servicio de Administración Tributaria (SAT), sólo tributan 18 de los más de 43 millones de personas que componen la población económicamente activa. Un análisis rápido diría que gran parte de la responsabilidad la tiene el comercio ambulante, lo que no deja de ser cierto. Sin embargo, un estudio del Tecnológico de Monterrey señaló que en México la evasión de las grandes empresas supera de manera significativa a la del comercio informal. Así, se estima que en un solo año las grandes empresas evaden el pago de alrededor de 60 mil millones de pesos mexicanos, mientras que en el mismo período la actividad de los ambulantes significa una merma aproximada en las arcas fiscales de aproximadamente 5 mil 500 millones de pesos mx.
Otro de los problemas importantes, es la baja capacidad para generar ingresos tributarios que por décadas han sido compensados con los ingresos petroleros que representan un tercio del total de los ingresos fiscales.
Asimismo existen problemas administrativos que inciden directamente en la baja recaudación tributaria en México. Así, la elevada cantidad de trámites que se deben cubrir, la dificultad para llenar las formas fiscales y el tiempo que se emplea son factores que desalientan a los contribuyentes a pagar sus impuestos. Por otra parte, la provisión de bienes y servicios públicos de cuestionada calidad asociada con la alta corrupción y falta de transparencia en el manejo de los recursos públicos también inciden negativamente en la recaudación fiscal.
Se han creado decenas de “reformas tributarias”, para que al final de cuentas el nivel y estructura impositiva de México no registre cambios sustanciales en 30 años.
Recientemente, líderes de varios partidos en el Congreso Mexicano, se han pronunciado por realizar una convención nacional hacendaria que repare los "problemas" fiscales que enfrentan, como las diversas exenciones que gozan algunos sectores de la economía o los hoyos que tienen las leyes fiscales que alientan la elusión.
Por Juan Carlos Moscoso G.
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