lunes, 25 de enero de 2010

HAITI : VISIÓN ECONÓMICO TRIBUTARIA

Haití fue uno de los primeros lugares del hemisferio occidental en acceder a la condición de Estado independiente. Su pobreza de recursos fue, paradójicamente, uno de los factores que facilitó su independencia. Pero en una sociedad compuesta por esclavos emancipados, al menos esa pobreza se distribuía con relativa equidad.

Este país es el más pobre del hemisferio occidental con un 80% de su población que vive bajo el umbral de pobreza propuesto por el Banco Mundial, y 54% vive en pobreza extrema. Las políticas de Gobierno mantienen la dominante tradición de agricultura de subsistencia que contribuye con la destrucción de los bosques y la vegetación. Desde su independencia de Francia, Haití fue regida por una serie de Gobiernos despóticos, a pesar de la adopción en 1987 de un modelo de constitución democrática. El presidente Jean-Bertrand Aristide renunció en febrero de 2004 con el colapso del régimen, y se llevaron a cabo elecciones presidenciales y parlamentarias (con ayuda de Estados Unidos) en 2006. El actual presidente René Préval.

Haití tiene una tasa impositiva sobre los ingresos moderada y una alta tasa impositiva corporativa. La tasa impositiva máxima es del 30 por ciento, y la tasa impositiva corporativa máxima es del 35 por ciento. Otros impuestos incluyen un impuesto al valor agregado (IVA) y un impuesto a las ganancias de capital.

Además tiene altos niveles de libertad frente al gasto gubernamental, libertad laboral y libertad de comercio internacional. Las tasas impositivas máximas corporativa y sobre los ingresos son un tanto altas, sin embargo la recaudación fiscal general es baja como porcentaje del PBI. Asimismo, la flexibilidad laboral general es extraordinariamente alta.

Las grandes deficiencias se encuentran en libertad comercial, libertad de inversión, derechos de propiedad y libertad frente a la corrupción. El estado de derecho es frágil como resultado de una prolongada inestabilidad política. El sistema judicial de Haití se ve afectado por la corrupción, perjudicial para la mayoría de las áreas del sector público.

Haití se convirtió en un protectorado bajo mandato de Naciones Unidas. El único caso en nuestro hemisferio, y también el único en el que el principal contingente entre las tropas internacionales está compuesto por soldados sudamericanos bajo el mando de un general brasileño.

No se vislumbra aún un escenario plausible en el cual Haití vuelva a ser un Estado soberano donde se pueda construir una economía nacional que le sirva de sustento para su población, según algunas fuentes, las remesas de los haitianos residentes en el exterior representan más de un tercio del PIB (pese a que la remesa promedio apenas supera los 100 dólares mensuales cuando procede de los Estados Unidos, y se ubica por debajo de esa cifra cuando procede de República Dominicana, país con el que Haití comparte la isla La Española).
Y cabría recordar que, por primera vez en una década, las remesas internacionales decrecieron en el 2009, como consecuencia de la crisis económica internacional. Ante la virtual inexistencia de una base tributaria, 40% del presupuesto público proviene de la cooperación internacional.

Una aproximación general y rápida a la historia económica reciente de Haití permite sacar la conclusión de que ese país no logró una transición gradual que le permitiera una reestructuración económica desde la crisis del modelo sustitutivo de importaciones hasta el modelo neoliberal actual. Haití se desenvuelve en un contexto internacional complejo con múltiples desafíos económicos políticos y sociales, que tendrá que enfrentar en el marco de las condiciones adversas del contexto internacional. No obstante, la presencia en el escenario latinoamericano, de gobiernos con mayor autodeterminación política en las relaciones internacionales, e interesados en impulsar proyectos sociales, constituye un elemento positivo para su inserción económica regional. La nación más pobre del hemisferio americano necesitará de un cambio en la ayuda de la comunidad internacional para su reconstrucción después del terremoto que devasto su economía ya asolada en una crisis, y se deberá tener una acción más efectiva si utiliza como paradigma los principios de solidaridad y de ayuda desinteresada para la reconstrucción de Haití.
Por Juan Carlos Mocoso G.

MAPA